domingo, 27 de octubre de 2013

BIENAVENTURANZAS DE LA MUJER

BIENAVENTURANZAS DE LA MUJER

Felices las mujeres que luchan por la vida
Felices las mujeres que se ayudan mutuamente
Feliz la mujer que acompaña en las alegrías y en las penas.
Feliz la mujer que con su paciencia esta llena de amor
Feliz la mujer que se preocupa y respeta a su esposo y a sus hijos.
Feliz la mujer que trabaja y sirve con alegría en su comunidad.

ORACIÓN:

Gracias padre madre por la vida que nos has dado en cada mujer. Gracias corazón del cielo y corazón de la tierra por darnos nuestro hijos y nuestras hijas para seguir dando vida mientras camina el sol y haya claridad.

Ayúdanos a sentir tu presencia en cada mujer. Gracias a ti madre tierra, que de tu vientre salen mazorcas. Rojas negras blancas amarillas como también la hierva, frutas y en tus venas corre el agua que tomamos así como corre la sangre en nuestro cuerpo.  Gracias también por darnos el permiso de poner nuestros pies sobre ti y la vida de todos los animales.

HORA SANTA “MAESTRO, ¿Dónde VIVES?

HORA SANTA
“MAESTRO, ¿Dónde VIVES?

 “Vengan Ustedes que están fatigados y cansados y Yo los aliviaré. Vengan conmigo a un lugar apartado y descansen conmigo un poco”. Y aquí estamos, hemos venido aquí a su presencia, para descansar un poco en el Corazón del Señor.
En este encuentro con Él, vamos a orar, cantar y reflexionar en ese encuentro entre Jesús y los primeros discípulos, después de que Juan Bautista presentó a Jesús como el “Cordero de Dios”. Un pequeño grupo de hombres lo sigue, atraídos por el llamado misterioso que sale de su persona. Es la llamada, es la vocación que Dios dirige a toda persona en Jesús, para invitarla a entrar en su casa y quedarse con Él.
Al hombre que está en actitud de búsqueda y de disponibilidad, Dios lanza su llamado misterioso: esta vocación es un llamado personal. Y espera de parte nuestra una respuesta, que es una elección de vida y un empeño de testimonio. La palabra que nos ha llamado a ser discípulos de Cristo Jesús tiene que ser testimoniada de parte nuestra en nuestra vida, en nuestras relaciones, con un lenguaje y actitudes de bondad, de amor, para que otros también, a través de nuestro testimonio, sigan a Jesús.

CANTO: BENDITO, BENDITO SEA DIOS

SALMO DE ALABANZA (Sal 72)
Para mí lo bueno es estar junto a Ti, Señor y hacer mi refugio en Ti.
Yo siempre estaré contigo, sostienes mi mano derecha, me guías según tus planes y me llevas a un destino glorioso. R.
Si morada tengo en el cielo, mientras vivo en la tierra, mi corazón se consume por Dios, mi heredad perpetua. R.
¡Qué bueno eres para el justo, para los limpios de corazón!
Cantaré todas tus acciones en las puertas de Sión. R.

ESCUCHANDO LA PALABRA
Nos encontramos esta tarde con alguien: con Jesús. Hay encuentros que no se olvidan: alguien que se interesa por nosotros, nos da confianza, nos interpela y nos tiene en cuenta para colaborar. Jesús se ha rodeado de sus primeros amigos de esta manera. Ellos nunca olvidaron ese primer encuentro. También nuestro encuentro hoy con Jesús puede hacer cambiar algo en nuestra vida. “Vieron donde vivía y se quedaron con Él”

Del Evangelio de San Juan (Jn. 1,35-42)
“Al día siguiente, Juan el bautista se encontraba en aquel mismo lugar con dos de sus discípulos. De pronto vio a Jesús que pasaba por allí, y dijo: “Este es el Cordero de
Dios”. Los dos discípulos lo oyeron decir esto, y siguieron a Jesús. Jesús dio media vuelta y, viendo que le seguían, les preguntó: “¿Qué buscan?” Ellos contestaron:
“Maestro, ¿dónde vives?” Él les respondió: “Vengan y vean”. Se fueron con él, vieron donde vivía y pasaron aquel día con él. Eran como las cuatro de la tarde. Uno de los dos que siguieron a Jesús por el testimonio de Juan era Andrés, el hermano de Simón
Pedro. Andrés encontró en primer lugar a su propio hermano Simón y le dijo: “Hemos encontrado al Mesías”. Y lo llevó a Jesús. Jesús, mirándolo, le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Juan; en adelante te llamarás Cefas, es decir Pedro”.
Palabra del Señor. Gloria a ti Señor Jesús.







Nos ponemos de rodillas. Estar de rodilla ante Jesús Eucaristía nos hace recordar que estamos delante del Señor de la historia y lo reconocemos como el único Señor de nuestra vida.
Cuando pienso a mi vida y a mi historia, Jesús, o a la historia de tantos otros amigos, encuentro mucho parecido con el relato evangélico. Si te he seguido es porque yo también he oído una voz que me decía: “Es Él el Cordero de Dios”. Ha sido el Juan Bautista de turno que me empujó hacia Ti. Sin embargo hizo falta algo más: la decisión de ponerme en camino, el deseo de encontrarte, la disponibilidad a estar contigo sin medir el tiempo. No, no es con breves telegramas que se puede comunicar contigo, ni reservándote algún pedazo de tiempo que sobra de todas las demás actividades que rellenan mi jornada, ni mandándote un saludo apresurado, o persignándome de prisa delante de un tempo.
A mi pregunta: “¿Dónde vives?” tú no me has respondido con una fórmula de catecismo. Tú simplemente me has dicho de seguirte, de estar contigo, de escucharte, de quedarme junto a Ti “Vengan y vean”, esta es tu respuesta que desde siglos lanzas a los de corazón sincero y generoso que te buscan.
No existen escapatorias, efectos mágicos, inmersiones instantáneas. Es un camino de encuentro y de amistad que exige tiempo de cercanía, exige paciencia y fidelidad, disponibilidad y diálogo. Solo así puede nacer una relación que nos cambia la vida.

Todos: Señor, tú me has comprado de veras con alto precio. Me has hecho miembro de tu Cuerpo y templo de tu Espíritu. Te bendigo por la llamada que has puesto dentro de mí y porque tu palabra orienta continuamente mi búsqueda hacia un verdadero encuentro contigo. Pongo a tus pies y en tu corazón todas las ambigüedades de mis expectativas y de mis proyectos, para que sea solo tu voz a guiar mis pasos hacia Ti Ayúdame a quedarme cerca de Ti, a no tener miedo del silencio, de la contemplación, aquel silencio que me permite de hacer una experiencia profunda de tu amistad.
Señor, habla que tu siervo te escucha. Por eso quiero abrir mi corazón a una renovada escucha de tu palabra, para seguirte en cada elección concreta de mi vida.
Amén.

(Unos momentos de adoración silenciosa)
CANTO:

EN REFLEXIÓN
 “¿A quién están buscando?” pregunta Jesús a los dos que lo seguían. ¿Qué buscas tú, niño, joven, adulto, cuando buscas a Dios? ¿Porque quieres ser su discípulo? ¿Qué buscas en la religión?
En la religión yo busco seguridad; aquella seguridad interior que no me da la ciencia, que no me da la razón, que no me dan mis capacidades humanas, porque las siento cortas para llegar a la verdadera Verdad de mí mismo, y las siento inseguras para dar un sentido profundo de la vida. Esta seguridad la busco en la fe, en Dios, creador de las cosas, y por eso verdad de las cosas, y amante del hombre, y por eso sentido seguro de la vida.
“Maestro, ¿dónde vives? Le preguntan aquellos primeros buscadores de Dios. ¿Dónde se encuentra Dios? ¿Dónde lo podemos encontrar? ¿Dónde vive Dios?
Es una pregunta urgente en nuestra actualidad, entre tanta irracionalidad y subjetivismo en la experiencia religiosa. Dios no vive en un misterioso pensamiento teórico; Dios no vive en la magia o en las supersticiones; Dios no vive en ideologías ni en los libros; Dios no vive en las telenovelas. Dios, que es una persona viva y activa, ha querido facilitar la búsqueda de hombre, haciéndose hombre, tomando su demora en un hombre, manifestándose físicamente en Jesús de Nazareth, que ha demostrado en la historia que es el verdadero Dios con nosotros. “Vengan y vean”, nos dice Jesús.
“Fueron y vieron donde vivía”. El estar y habitar con Jesús es el secreto de la vida y de la acción. Es un habitar que penetra hasta el fondo de su corazón. Es un entender su deseo lleno de amor. Él nos ha dicho: “Vivan en mi palabra” (Jn 5,38),
“Permanezcan en mi amor” (Jn 15,9), “Permanezcan en mí y Yo estaré en ustedes, como Yo estoy en el Padre y el Padre está en mí” (Jn 17,21-22).
Que sea esta dimensión de interioridad que dé un sentido, luz, energía a nuestro vivir. Quién ha estado cerca de Jesús, quien se ha encontrado verdaderamente con él, ha salido de la experiencia convencido y cambiado. San Juan, que nos relata ese primer encuentro con Jesús, recuerda hasta la hora “eran las cuatro de la tarde”, y hasta el fin de su vida proclamará la convicción plena de haber tocado con mano la divinidad en Jesús el Nazareno.
“Lo que era desde el principio, lo que nosotros hemos visto con nuestros propios ojos, lo que hemos oído, lo que hemos contemplado y lo que nuestras manso han tocado, o sea el Verbo de la vida, porque la vida se ha hecho visible y nosotros la hemos visto, lo que hemos oído y visto, nosotros lo anunciamos a ustedes, para que ustedes también estén en comunión con nosotros. Y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo Jesucristo”. (Jn.1,1-3)
Quien se encuentra con Cristo, se encuentra con el verdadero Dios, el Dios bueno y misericordioso, que se ha hecho visible entre los hombres. Si nuestro encuentro con Jesús es verdadero y profundo, no viviremos más igual que antes, sino que estaremos llenos de una luz nueva y nos sentiremos provocados a dar nuestra vida como él.

Lector El encuentro contigo, Señor Jesús, nos anima a gastar la vida para un ideal alto, nos estimula a estar y vivir contigo, nos señala un nuevo camino personal, haciéndonos don a los demás, nos lanza tras de Ti, a vivir como Tú, a servir como Tú, a amar como Tú.
Sólo Tú, Señor Jesús, cambias nuestro corazón y nuestra vida, transformas nuestra historia, das sentido a nuestros proyectos. Para construir tu Reino, hace falta pararnos y quedarnos cerca de Ti, estar contigo, dejarnos transformar por Ti, dejarnos amar por Ti Quién te ha encontrado no puede continuar a ser lo mismo, a hacer lo mismo. Tú penetras el corazón y conoces sus fibras más secretas.
Concédenos, Señor, ponernos en continua escucha de Ti, para conocer tu voz, saber tu voluntad y seguir tus pasos. Amén.
(Momentos de adoración en silencio)

CANTO:
DESDE LA PALABRA
Lector: El cálido testimonio de Juan el Bautista nos dice también el método para un verdadero encuentro con Cristo Jesús.
Normalmente el llamado de Dios pasa a través del testimonio de un hermano.
Para encontrar a Cristo debemos necesariamente fiarnos de las indicaciones de alguien, debemos ponernos en escucha, en la escuela de alguien que conozca los senderos de la interioridad y de la fe mejor que nosotros. Juan bautista indica, pero toca a los discípulos moverse, ponerse en camino, seguir a Jesús.
“Juan Bautista, fijando la mirada en Jesús que pasaba, dijo:- He ahí el Cordero de
Dios! Y los dos discípulos, escuchando a Juan, siguieron a Jesús”.
Así Simón Pedro será llevado a la presencia de Jesús por medio de su hermano
Andrés, así, más tarde también Natanael irá a Jesús por medio del anuncio de Felipe.
Samuel siente el llamado de Dios a la escuela de su educador y corre hacia Elí, cuando siente que alguien le llama:
“Mes has llamado, aquí estoy. Entonces Elí comprendió que era Dios que llamaba al joven Samuel y le dijo: Si te llamará de nuevo, dirás: Habla, Señor, que tu siervo te escucha”.
También nuestra fe, si lo piensas bien, nos llega del ejemplo de nuestros padres, o de un sacerdote amigo, o de un encuentro con un cristiano significativo que nos ha llamado la atención. Sin embargo este testimonio es solo el inicio, para llegar a Jesús. Es la experiencia personal y directa con Jesús que cambia y salva. Son los encuentros con Jesús en la oración, en la meditación de la Palabra, en los sacramentos, en la Eucaristía, que nos cambian, nos llenan y nos construyen la vida.
“Andrés dijo a su hermano Simón: “Hemos encontrado al Mesías”, y lo llevó a Jesús.
Ese día se quedaron con Jesús. Y Jesús dijo a Simón:- Tu eres Simón, hijo de Juan. De ahora en adelante será Cefas, o sea Pedro”.
Cuando nos encontramos con Jesús, y estamos con Él, llega el momento en que sentimos que Jesús nos urge a un compromiso. Quien no calienta el corazón en la presencia de Jesús, quien no se apasiona, no quema. Es porque no ama, o porque no ha descubierto nada de nuevo, nada de grande. Es porque no ha encontrado de veras a Jesús!
Esto es un examen también para nosotros. Venimos al templo con frecuencia, nos decimos discípulos de Jesús, pero, ¿vivimos el Evangelio y actuamos como discípulos en lo cotidiano, en la calle, en la casa, entre los amigos? El discípulo es el que se apasiona por Jesús y por su misión.

Todos: Tú, el Buen Pastor, me has buscado y me has encontrado. Me has atraído desde la infancia, te has manifestado, me has convencido, me he fiado de ti, he empezado a seguirte. Me he alegrado de poder caminar tras de tus pasos, a veces lentamente, pero siempre con trepidación. Me has acompañado con la riqueza abundante de tu palabra. Me has llamado a continuar tu misión en mi mundo, me has pedido de ser tus pies, tus manos y tu corazón para tantos hermanos que necesitan.
Te agradezco por haberme escogido, por haberme llamado, por haberme acogido, guiado, sostenido y amado.
(Momentos de adoración en silencio)

Lector: Hagamos el intento de entrar en la escena del Evangelio y pongámonos en el lugar de esos dos discípulos que siguen a Jesús tras del anuncio del Bautista. Jesús nos invita a su casa, nos hospeda y se sienta en la cena con nosotros, pasando la tarde juntos a nosotros.
¿Qué nos dice, en esa intimidad de su casa? …. Y nosotros, ¿Qué le decimos? …
No podemos estar cerrados en nosotros mismos, cuando él, Jesús, abre su intimidad y su amistad. Es necesario abrirnos también nosotros, debemos ser capaces de abrir la puerta de nuestro corazón para hacer entrar a Cristo Jesús y hacer que él se quede con nosotros.
“He aquí que estoy a la puerta y llamo. Si alguien escucha mi voz y me abre, yo entraré en él, cenaré junto con él y él conmigo”.
Si tienes la valentía de abrir aquella puerta, verás que él entrará con esa dulce prepotencia de la verdad, del amor, y seguramente serás tú que le insistirás de no irse jamás de ti.
“Quédate con nosotros, porque está anocheciendo”. “Señor, ¿adónde iremos? Tú solo tienes palabras de vida eterna”.
Ahora nos toca a nosotros. ¿Qué nos pide el Señor? ¿Y cuál es nuestra respuesta?
¿Cómo hacer para que nuestra permanencia con el Señor determine un cambio en nuestra vida? ¿Qué pide Jesús a aquellos que él escogió para que estuvieran con él, también a mí?
Si dejamos que estas preguntan tomen respiro en nuestro corazón, probablemente encontraremos los caminos que nos lleven a ser discípulos y misioneros de Jesús, de su Evangelio.

Todos: Señor, nos hemos gozado pensando en esta tarde maravillosa en la que llamaste a Juan, a Andrés, a Pedro y a Felipe o a Natanael, en ese misterio de servirte de unos u otros para escoger a tus primeros amigos y discípulos. Y hoy, lo sabemos, tú te sirves de otros para llamarnos a nosotros para estar cerca de Ti y mandarnos a continuar tu misión. Tú continúas buscando pescadores de hombres por los caminos del mundo. ¿Me quieres también a mí? Señor, heme aquí, deseo hacer de mi vida lo que Tú deseas. Heme aquí, estoy listo: ¡llámame también a mí! Heme aquí, estoy listo pata ir contigo para gritar a todos que tú eres el secreto de la alegría y de la plenitud en la vida. Amén

CANTO: SEÑOR, TOMA MI VIDA NUEVA

ROSARIO VOCACIONAL

ROSARIO VOCACIONAL
 MISTERIOS GOZOSOS. (Lunes y sábados)

1. La encarnación del Hijo de Dios: Pidamos a la Virgen que los jóvenes estén abiertos a la llamada de Dios y dispuestos a decirle Sí, como Ella.
2. La visitación de María a su prima Isabel: Oremos para que las personas consagradas sean signos de Jesucristo y Evangelio vivo en el servicio y amor al prójimo.
3. El nacimiento de Jesús en Belén: Oremos para que Jesús siga naciendo hoy en el corazón de los fieles, por la palabra y el testimonio de los sacerdotes y Religiosas.
4. La presentación del Niño Jesús en el templo: Pidamos para que los padres acojan como un regalo de Dios, la posible vocación consagrada de sus hijos e hijas.
5. El Niño Jesús perdido y hallado en el templo: Oremos a Dios, por intercesión de la Virgen, para que los jóvenes sean fieles a su vocación y se formen bien en los seminarios y congregaciones.

MISTERIOS LUMINOSOS. (Jueves)

1. El bautismo de Jesús en el Jordán: Oremos para que todos los cristianos vivamos la vocación a la santidad, como fruto de nuestro bautismo.
2. Las bodas de Caná: Pidamos a María para que los esposos vivan fielmente su vocación matrimonial y hagan de su hogar una Iglesia doméstica.
3. La predicación de Jesús y la llamada a la conversión: Oremos para que no falten en la Iglesia sacerdotes, que prediquen el Evangelio y administren el Sacramento del perdón.
4. La transfiguración del Señor: Pidamos por la vida contemplativa, y para que todos los cristianos descubramos en la oración la belleza del seguimiento de Jesús.
5. La institución de la Eucaristía en la última cena: Oremos por la santidad de los sacerdotes, para que imiten en su vida lo que realizan en la Eucaristía.

MISTERIOS DOLOROSOS. (Martes y viernes)
1. La oración de Jesús en el huerto: Pidamos para que busquemos siempre en nuestras vidas la voluntad de Dios con generosidad y fortaleza.
2. La flagelación del Señor: Pidamos por las personas consagradas que sufren persecución, por ser fieles testigos de Jesús en la palabra y en las obras.
3. La coronación de espinas: Oremos para que descubramos el rostro doliente de Cristo en los pobres y necesitados, y haya jóvenes que consagren la vida a su servicio.
4. Jesús con la cruz a cuestas: Pidamos para que los jóvenes de hoy escuchen la llamada de Jesús a tomar la cruz de cada día y seguirle.
5. La muerte de Cristo en la cruz: Oremos para que Dios conceda una buena ancianidad y una santa muerte, a cuantos han entregado su vida al servicio del Evangelio.

 MISTERIOS GLORIOSOS. (Miércoles y Domingos)
1. La Resurrección de Jesucristo: Pidamos a la Virgen que los sacerdotes y las personas consagradas, con su alegría y esperanza den testimonio de Cristo resucitado.
2. La Ascensión del Señor al cielo: Oremos para que los jóvenes de hoy busquen el sentido de la vida y la verdadera felicidad, que es Dios revelado en Jesucristo.
3. La venida del Espíritu Santo: Pidamos a la Virgen que cuide de los y las jóvenes que se preparan en las casas de formación  para ser Apóstoles de su Hijo, y reciban con abundancia los dones del Espíritu Santo.
4. La Asunción de María en cuerpo y alma a los cielos: Roguemos a María que los sacerdotes y las personas consagradas, vivan con fidelidad y gozo la castidad consagrada..
5. La coronación de María como Reina de todo lo creado: Pidamos a María para que todos los cristianos, laicos, sacerdotes y vida consagrada, colaboremos en la construcción del Reino de Dios, cada cual según nuestra vocación.

ORACIÓN A LA VIRGEN POR LAS VOCACIONES

"María, humilde sierva del Altísimo,
el Hijo que engendraste te ha hecho sierva de la humanidad.
Tu vida ha sido un servicio humilde y generoso:
has sido sierva de la Palabra cuando el Ángel
te anunció el proyecto divino de la salvación.
Has sido sierva del Hijo, dándolo la vida
y permaneciendo abierta al misterio.
Has sido sierva de la Redención,
permaneciendo valientemente al pie de la Cruz,
junto al Siervo y Cordero sufriente,
que se inmolaba por nuestro amor.
Has sido sierva de la Iglesia, el día de Pentecostés
y con tu intercesión continúas generándola en cada creyente,
también en estos tiempos nuestros, difíciles y atormentados.
A Ti, joven hija de Israel,
que has conocido la turbación del corazón joven
ante la propuesta del Eterno,
dirijan su mirada con confianza los jóvenes del tercer milenio.
Hazlos capaces de aceptar la invitación de tu Hijo
a hacer de la vida un don total para la gloria de Dios.
Hazles comprender que servir a Dios satisface el corazón,
a hacer que sólo en el servicio de Dios y de su Reino
nos realizamos según el Divino proyecto
Y la vida llega a ser himno de gloria a la Santísima Trinidad.
Amén".


TESTIMONIO DE VIDA DEL CATEQUISTA NICOLÁS CANO

TESTIMONIO DE VIDA DEL CATEQUISTA  NICOLÁS CANO

Católico,  Indígena, Catequista en la zona del Ixcán, pertenece a la Diócesis del Quiché.

Cuando yo era joven, pasaron por mi parroquia unos padres Norteamericanos misionando.  Uno de ellos me pidió que trabajara con los niños, acepté y me organicé con mi aldea: en la mañana trabajaba en el campo y por la tarde les daba catequesis, los domingos me gustaba ir a la misa.
Pasado un tiempo, nos fuimos organizando más con mi comunidad y como no teníamos sacerdote la gente me empezó a decir que por qué no les traía Hostias Consagradas de la Parroquia y hacíamos la celebración de la Palabra.

Yo no quería, era consciente que eso me traería la muerte, hasta que al fin un día sentí pesar y les dije que sí;  el problema ahora era cómo las traería? De pronto, como si me hubiesen dicho tráelas en las tortillas,  fui rápidamente donde mi mujer y le dije que me echara un poco de tortillas envueltas en una manta, que me las metiera en mi morral y me fui a la Santa Misa.

Después que terminó la Misa fui donde el Sacerdote y le dije que me ponga Hostias Consagradas  en medio de las tortillas;  el Padre  me quedó mirando, se puso nervioso y sin palabras, después de un momento respiró profundo, abrió el Sagrario me colocó las Hostias de 12 en 12,  en medio de cada tortilla me abrazó, me dio la bendición y me fui.

En el camino me encontré con el ejército quien inspeccionaba a todas las personas, vieron que yo solo llevaba las tortillas en mi morral y me dejaron pasar;  cuando llegué a mi comunidad,  al día siguiente sencillamente nos reunimos, extendimos una tela limpia en el suelo, y saqué del morral la Eucaristía.

Al calor de la Palabra de Dios y de la presencia vital de Jesucristo celebrábamos la vida, la unidad y la alegría de estar juntos… Era un momento en el que fortalecíamos la fe, la esperanza  y la caridad. Celebrábamos el gozo de habernos salvado ese día y nos encomendábamos para el siguiente día. El morral era como un sagrario, donde descubríamos que  Dios caminaba con nosotros que éramos su pueblo. En el morral guardábamos siempre el pan consagrado como si fuera la última cena. Todo esto significaba en mi vida un acto de amor y fe ante Jesús y me gente.

La primera vez que vi a un Catequista duramente torturado por llevar  una Biblia y una Cruz, fue tan duro para mí… me seguía preguntando ¿que pasará con mi vida? Pero nunca perdí la esperanza, me seguía encomendando a Jesús Eucaristía y  pensaba: cuándo me tocará a mí y qué me irán hacer? Pero eso no me detuvo para llevar el morral a la Misa.
Cuando regresé por la noche, pregunté a mi comunidad si conocían al catequista que habían torturado? Y me dijeron que sí, era  un salvadoreño llamado don Pilar. Que nunca quiso dejar de ser Catequista.

Un día como siempre,  salía de  mi casa y venía con un joven de mi comunidad donde nos tocaba caminar rápidamente ocho horas  a pie para ir a Misa y de esa forma poder traer las Hostias Consagradas. Teníamos que caminar rápido ya que eran nuevamente ocho horas más de regreso; ya caía la noche cuando sentimos un ruido, mi compañero logró esconderse. De pronto sentí que uno del ejército me agarró, me quitó el morral, me hizo pedazos las Hostias junto con las tortillas y me las botaron al suelo. A mí me tiraron a media calle, uno de ellos se enfureció por lo de las Hostias y me dio un culatazo con la cacha del fusil,  me quebraron todos los dientes, se pararon encima de mí,  me quebraron ambas costillas y las dos rodillas;  no bastándoles eso sacaron una cuchilla y me hicieron una abertura en la frente de lado a lado sacándome la piel con todo y cabello. Dándome por muerto me arrastraron y me tiraron a orillas de la carretera;  yo quedé inconsciente.

Mi compañero que vio lo que me hicieron y dónde me dejaron, esperó que se fueran los del ejército y en seguida fue corriendo a la comunidad en busca de ayuda;  rápidamente vinieron a recogerme, me curaron con diferentes tipos de plantas medicinales; un hueso de mi costilla derecha ya no se pudo rescatar, con el tiempo poco a poco me fui recuperando y continúe nuevamente hablando del milagro que Dios hizo en mi vida. Tengo fe de continuar comunicándolo hasta que Dios me llame a descansar.
  




martes, 30 de julio de 2013

SOY UNA PERSONA IMPORTANTE



Soy una persona importante
Introducción:
Qué es lo que el hombre realmente busca y desea lograr en la vida?
Posiblemente contestemos que ser feliz, sentirse amado, tener éxito, realizarse, etc.
Si analizamos estos deseos, veremos cómo, en el fondo, todos coinciden en uno: el deseo, la necesidad, de sentirse persona valiosa.

Oración:   
De mi dependen tantas cosas en la vida,
Tanto positivas como negativas,
No tengo que culpar a los demás de mis errores
De mi depende la felicidad de mi hogar.
De mi depende la paz entre los míos
De mi depende aprender a escuchar.
De mi depende que en mi ambiente no se critique
De mi depende aceptarme como soy,
Aceptar a los demás como son,
De mi depende corregir mis errores
De mi depende aprender a conocerme
A ser cada día mejor.    
De mi depende tener a Dios en mi conciencia
a tener amigos.
De mi depende a ser feliz a los que conmigo conviven
De mi depende que conozca a Dios.


Canto:    LO QUE SOY Y  LO QUE TENGO
Lo que soy y lo que tengo,
Oh Señor, lo debo a Ti
Lo que soy y lo que tengo,
Oh Señor, lo entrego a Ti.

Lléname de tu Espíritu,
Lléname de tu amor.

Con mi amor y mi trabajo
A Ti quiero yo servir.

Úsame para tu obra
Guíame para servir.  

Dinámica: (opcional)
Desarrollo de tema
Una persona feliz, es una persona que se valora, que se siente segura de sí misma. La persona que es amada, está confirmando su valor. Ella es importante para alguien. Al tener éxito, sea en la escuela, en algún trabajo, etc. la persona comprueba que es capaz de lograr lo que se propone, es capaz y valiosa.

Trata de recordar alguna ocasión en que te sentiste valioso/a e importante  ¿Qué sentías además de eso? ¿Cómo estaba tu cara? ¿y tu cuerpo? Platícalo con tu compañero que tienes a la derecha.

¿Por qué esta necesidad de sentirnos valiosos? Pues porque somos valiosos, no por lo que hemos logrado o por lo que tenemos, sino por ser personas. Nacimos siendo muy valiosos.

El Génesis nos dice: Y DIOS DIJO: HAGAMOS AL HOMBRE A IMAGEN Y SEMEJANZA NUESTRA, Y DOMINE A LOS PECES DEL MAR Y A LAS AVES DEL CIELO Y A LAS BESTIAS Y A TODA LA TIERRA.

¿Qué quiere decir "Hechos a imagen y semejanza de Dios"?
Que somos capaces de pensar y de decidir; con una gran capacidad para amar, libres para optar por el bien o el mal, capaces de continuar su obra creadora en el mundo. Nacimos para ser grandes, para realizarnos desarrollando todo nuestro potencial. De allí nuestro anhelo de superación, de amar y de ser amados, de reconocimiento, de ser libres, de creatividad, de dominar la materia, de ser felices.
Ninguna otra criatura posee estas características. Por eso es que el hombre es el rey de la creación.
Tenemos un valor y una dignidad por ser personas, por existir. Y todas las personas, por igual, somos valiosas e importantes, seamos hombre o mujer, negras, blancas o amarillas, sepamos muchas cosas o seamos ignorantes, seamos ricas o pobres, estemos todavía en el vientre materno, tengamos un mes de nacidas o 99 años.
Somos iguales en esencia, en dignidad. Somos distintos, porque cada uno de nosotros es único e irrepetible.
YO NO SOY MÁS QUE NADIE. YO NO SOY MENOS QUE NADIE. YO SOY IGUAL DE IMPORTANTE QUE TODOS. ESA ES LA REALIDAD.
ILUMINACIÓN CRISTIANA DE LA REALIDAD

Leer en la Biblia, Génesis Cap. 1 vers. 26-27.
Es casi seguro que desde hace muchos años hemos oído que Dios nos creó a su imagen y semejanza. Más, ¿qué significa esto para nosotros?

Si nos paramos frente a un espejo, ese espejo refleja nuestra imagen, ¿verdad? Bueno, pues algo así sucede con Dios y nosotros. No que Dios tenga una cara y un cuerpo como el nuestro, sino que nuestras características y capacidades, son reflejo de las de Dios.
Primeramente, Dios es amor, y sólo el hombre, de todas las criaturas del universo, es capaz de amar, de relacionarse por amor y no por instinto. Dios es totalmente libre, y nosotros hemos sido creados libres. Libres para pensar, sentir, decidir y actuar. Nuestro Dios es Creador, y nosotros tenemos una gran capacidad de construir, de mejorar, de crear, no de la nada, como lo hizo Dios, pero sí de una materia prima, construir y desarrollar todo ese potencial que Él puso en nosotros. Continuar con la creación de un mundo más humano y fraterno. Nuestro Dios es alegre, es feliz. ¿Podríamos imaginar a un Ser enojado o tremendamente serio, creando tantas flores bellas, los pajaritos, las mariposas, las puestas de sol, la sonrisa de un niño? Cuando nosotros estamos alegres y felices, reflejamos la alegría de Dios. Y así podríamos continuar enumerando.
 Y todas estas capacidades que son reflejo de las de Dios, nos han sido dadas para vivir en comunidad con otras personas. No somos seres aislados. Y entre más vivamos en el amor, más claro y transparente será el reflejo de Dios en nosotros. Él está dentro de cada uno. Permitámosle que se manifieste a través de cada uno de nuestros actos.
Reflexión y compromiso:

Canto:    PADRE BUENO, DIOS HERMANO
Tú Señor, que enciendes las estrellas
Tú que al sol, le das su resplandor
Tú que cuidas del pájaro perdido que va buscando un nido
Guiado por tu amor.
Tú que siembras rosas y trigales
Tú que al lirio vistes de esplendor
Nos proteges Señor con más cariño
Pues quieres más a un niño
Que al pájaro y la flor.








Padre bueno, Dios alegre
Primavera y manantial.
Dios hermano, Dios amigo
Padre nuestro celestial.

Tu Señor, que velas por el pobre
Y al humilde das tu protección
Al que amas le ofreces un tesoro
Que vale más que el oro
Le das tu corazón.
Tú Señor, que alumbras mi camino
Tú que escuchas siempre mi oración
Y en tu amor pongo yo mi confianza
Renace mi esperanza
Se acuna mi canción.

Oración final: (opcional)